He actualizado muy poco este espacio desde el post de Angélica, lo reconozco, pero me animé a escribir algo que tenía guardado, como si fuera un comodín, desde hace tiempo. Es una de tantas materias relacionadas con la música, que trata sobre la otra forma de re-interpretar una canción de otro artista (aparte de los covers): los remixes.
Generalmente hechos por DJs o músicos electrónicos o de hip-hop, los remixes pueden ganarse la aprobación o el rechazo del público, dependiendo de qué tanto modificó la canción original. Se puede limitar a agregarle una base electrónica o hip-hop a la pista de voz, utilizar el sampler de su base con otra letra o bien fusionar dos o más canciones para armar una nueva (mash-ups). Vamos viendo unos ejemplos del primer caso, los remixes tal cual...
Uno de los más conocidos de la década 90's es Even Better Than the Real Thing, de U2. Probablemente muchos/as han escuchado el remix por esa época (1992) sin saber que era del DJ Paul Oakenfold, en ese entonces asociado a Perfecto Records, razón por la cual esta remezcla dance es conocida como Even Better Than the Real Thing (the Perfecto Remix).
Siguiendo con los 90's, cito a un One Hit Wonder del Reino Unido que se hizo más popular con el remix que con el original: Brimful of Asha de Cornershop (en este link del título, una presentación en Later... with Jools Holland). El tema en cuestión tiene un ritmo muy pausado, que se acompaña con elementos del folcklore de la India. Pero fue la mano del DJ-músico Fatboy Slim quien hizo su remezcla bailable, acelerando la línea de guitarra y dándole elementos más sicodélicos.
Otro músico muy solicitado en la década recién pasada es Mark Ronson, quien hizo un álbum de covers llamado Version, donde figuran covers como el de Valerie con Amy Winehouse (original de The Zutons) y remezclas como la del hit L.S.F. (Lost Souls Forever) de Kasabian (2004). La original del cuarteto de Leicester suena a puro revival noventero, con sus guitarras, teclados y su atractiva dupla de voces. Para su remake de L.S.F., Mark Ronson conservó la pista vocal de Tom Meighan y le cambió totalmente la base, con elementos latinos como trompetas, mientras que los demás integrantes de la banda colaboran con líneas de guitarra-bajo-batería distintas a las originales.
Y también se puede recurrir a los clásicos, tal como lo hizo el dúo electro-rock belga Soulwax con el tema de los Rolling Stones You Can't Always Get What You Want, de 1969. La versión de Mick Jagger y compañía, concebida como su respuesta a Hey Jude de The Beatles, abre con un coro que es interpretado por el London Bach Choir, y que sigue hasta el final. El remix de Soulwax es una base electro-sicodélica que conserva la pista vocal de Mick Jagger e incluye algunos cortes del órgano o del coro.
Un caso similar al de Soulwax con el tema de los Rolling Stones (otro remix de un hit clásico) es uno que se hizo conocido en 2002, de la mano del músico holandés Junkie XL o JXL (nacido como Tom Holkenborg). Quizás la versión original de A Little Less Conversation, de Elvis Presley (1968), no le suena muy conocida a la gente que ha escuchado Suspicious Minds o Love Me Tender, por mencionar dos de sus hits. La remezcla de JXL le dio más exposición mediática al single, tomando la voz de Elvis, la pista de guitarra, las voces del coro y la sección de vientos como elementos base; todo esto sobre un arreglo electrónico bailable y lleno de efectos.
Y así podríamos seguir con otros casos de remixes. Pero hay un tema de discusión tras escuchar estas relecturas a manos de DJs o músicos: ¿Qué importa más en un buen remix? ¿La propuesta del DJ/músico o el respeto al tema original? En la mayoría de estos casos se han escuchado variaciones muy dance, como el remix a U2, a Cornershop o a Elvis; por otro lado Mark Ronson intervino con sonoridades latinas al hit de Kasabian, haciéndolo casi irreconocible del original. Y el caso de Soulwax es más bien un collage de electro-rock que pareciera no tener mucha relación con el original de los Rolling Stones. Juzguen ustedes...
Pueden aportar más casos de remixes que conozcan. Y este post tendrá su continuación más adelante con los temas a base del sampling y los mash-ups. Hasta el siguiente post.
(PD: En algunos videos, sólo pude hallar la pista de audio, como el original de los Rolling Stones o el remix de Mark Ronson. Mis disculpas pertinentes por el caso)
martes, 31 de agosto de 2010
domingo, 8 de agosto de 2010
Analízate... Angélica
Qué tal, estimados/as, acá vuelvo con otro personaje para dejar al descubierto en su psiquis. Si el anterior era todo un clásico (Coyote), ahora nos vamos a los noventas a dejarles las impresiones de esta servidora sobre un personaje de serie infantil. Sí, no es fácil meter a una pequeña de tres años en este espacio, pero tiene razones de sobra para analizarla. En la Casa Matriz ponemos a la niña de la serie Rugrats, Angélica Pickles.
Desde que esta serie se dio por el canal Nickelodeon (en EE.UU.) y llegó a Chile vía MEGA, hemos visto cómo se da la convivencia entre seis niños de temperamentos distintos: Tommy Pickles (un año), su hermano bebé Dil, el miedoso Chuckie Finster (Carlitos, dos años), los mellizos Phil y Lil DeVille y la mayor del clan, Angélica Pickles (tres años), prima de Tommy. En este grupo, la niña rubia se hace reconocible por su carácter fuerte y dominante. Tanto así que llega a ser detestable entre la audiencia. Sí, sabemos que es sólo una niña, pero ¿quién podría aguantarla?
Vamos viendo... En uno de los capítulos de Rugrats, Angélica inventa una hermanita gemela con el truco de arreglarse un poquito el pelo y simular un comportamiento mucho más dulce. ¿Una manera de llamar la atención? Seguramente. En otro episodio, se muestra celosa de que le puedan hacer daño a su muñeca regalona, Cynthia (una especie de Barbie). En resumen, es una niña que sabe lo quiere, y que patalea si es necesario para conseguirlo. Y en dos palabras, niña consentida.
Pero lo odiable no es Angélica por sí sola, como todo personaje de ficción, sino lo que vemos de ella en muchas niñas y mujeres de diferentes edades. Un ejemplo de esto son las teenagers ABC1 de programas como Mis Super Dulces 16 y Quiero mis Quince, de MTV. Estas Angélicas de carne y hueso dedican un tiempo a dejarse filmar mientras sus padres les hacen los preparativos de una carísima y lujosa fiesta en que espera opacar a todas las fiestas de 15 ó 16. Se molestan si algo llegase a caer, como el exclusivo auto que regala papá, el número con el bailarín más guapo, el vestido que pondrá verdes de envidia a las invitadas (ojalá bien ajustado y con un escote que haga ruborizarse hasta a Beyoncé) o la recepción de lujo (como princesa o en un helicóptero, por ej.), entre otros puntos que suman millones de dólares. Y desean ser todas unas princesas, ojalá por mucho tiempo, sin importarles que el resto las mire como gato frente a la carnicería. Un patrón de conducta que caló hondo en Chile, especialmente en el alumnado de colegios caros, de chicas de 13 a 15 años que desean verse como las de 18 o de las que caen en el saco de las peloláis.
En la TV chilena también hay algunos referentes femeninos, especialmente de las teleseries noventeras. En la teleserie de TVN Estúpido Cupido, Claudia Burr interpreta a Isabel Margarita Dublé, una escolar de clase alta, hija del alcalde, con una personalidad de temer, que es capaz de hacer trampa con tal de conquistar al galán que interpreta Álvaro Rudolphy (de nombre Aníbal Donoso). Al año siguiente, en este mismo canal para la teleserie Sucupira, Tamara Acosta representa a la también liceana Daniela López, una chica que planea junto a sus amigas arruinarle la exitosa vida de santiaguinas top al cuarteto liderado por Ángela Contreras. Y aunque ambas teleseries salieron antes del estreno de Rugrats en Chile, los personajes de Claudia y Tamara sientan un precedente de la niñita mimada estilo Angélica Pickles.
Pero no es necesario ser una niña o adolescente ABC1 para ser considerada una Angélica Pickles. De seguro ustedes se habrán topado con alguna mujer odiosa, manipuladora, enojona, que intenta absorberle la paciencia a toda persona con quien interactúe. Puede ser la clienta que tiene a su peluquero favorito con el vaso a punto de colmarse, la jefa que exige y exige a sus empleados/as, la mujer que defiende a ultranza cualquier postura religiosa y/o política (pucha que cansa discutir de política con una mujer de ese tipo) o incluso la que llega a encabronarse con el poder, como lo fue en su tiempo la Dama de Hierro, Margaret Thatcher.
Si bien es cierto que se puede apagar la tele o cambiar de canal cuando aparece Angélica Pickles o cualquier símil en la TV, no es fácil librarse de una de ellas cuando se la topa en el día a día. ¿Consejos? Si es una familiar, no dejen que se entrometa en el terreno personal. Si es la jefa, hay dos opciones: o seguir aguantando estoicamente o renunciar al trabajo (a riesgo personal). Si es una clienta frecuente con la que trabajan (sean ustedes estilistas, vendedores o cualquier trabajo con cartera de clientes), no dejen que les cuestione como profesionales. Y si por alguna desgracia se topan con una desconocida que responda a estas características de Angélica Pickles, ignórenla. Y en general, para todos estos casos, no dejen que las malas vibras se apoderen de ustedes. Hay de todo para darle la vuelta y seguir adelante.
Sería por ahora con Angélica, estimados/as. Pronto llego con otro personaje de ficción para analizar su patrón de conducta. Nos vemos!
(PD: Agradezco a Mi Caballero Andante por sugerir los consejos ya mencionados).
Desde que esta serie se dio por el canal Nickelodeon (en EE.UU.) y llegó a Chile vía MEGA, hemos visto cómo se da la convivencia entre seis niños de temperamentos distintos: Tommy Pickles (un año), su hermano bebé Dil, el miedoso Chuckie Finster (Carlitos, dos años), los mellizos Phil y Lil DeVille y la mayor del clan, Angélica Pickles (tres años), prima de Tommy. En este grupo, la niña rubia se hace reconocible por su carácter fuerte y dominante. Tanto así que llega a ser detestable entre la audiencia. Sí, sabemos que es sólo una niña, pero ¿quién podría aguantarla?
Vamos viendo... En uno de los capítulos de Rugrats, Angélica inventa una hermanita gemela con el truco de arreglarse un poquito el pelo y simular un comportamiento mucho más dulce. ¿Una manera de llamar la atención? Seguramente. En otro episodio, se muestra celosa de que le puedan hacer daño a su muñeca regalona, Cynthia (una especie de Barbie). En resumen, es una niña que sabe lo quiere, y que patalea si es necesario para conseguirlo. Y en dos palabras, niña consentida.
Pero lo odiable no es Angélica por sí sola, como todo personaje de ficción, sino lo que vemos de ella en muchas niñas y mujeres de diferentes edades. Un ejemplo de esto son las teenagers ABC1 de programas como Mis Super Dulces 16 y Quiero mis Quince, de MTV. Estas Angélicas de carne y hueso dedican un tiempo a dejarse filmar mientras sus padres les hacen los preparativos de una carísima y lujosa fiesta en que espera opacar a todas las fiestas de 15 ó 16. Se molestan si algo llegase a caer, como el exclusivo auto que regala papá, el número con el bailarín más guapo, el vestido que pondrá verdes de envidia a las invitadas (ojalá bien ajustado y con un escote que haga ruborizarse hasta a Beyoncé) o la recepción de lujo (como princesa o en un helicóptero, por ej.), entre otros puntos que suman millones de dólares. Y desean ser todas unas princesas, ojalá por mucho tiempo, sin importarles que el resto las mire como gato frente a la carnicería. Un patrón de conducta que caló hondo en Chile, especialmente en el alumnado de colegios caros, de chicas de 13 a 15 años que desean verse como las de 18 o de las que caen en el saco de las peloláis.
En la TV chilena también hay algunos referentes femeninos, especialmente de las teleseries noventeras. En la teleserie de TVN Estúpido Cupido, Claudia Burr interpreta a Isabel Margarita Dublé, una escolar de clase alta, hija del alcalde, con una personalidad de temer, que es capaz de hacer trampa con tal de conquistar al galán que interpreta Álvaro Rudolphy (de nombre Aníbal Donoso). Al año siguiente, en este mismo canal para la teleserie Sucupira, Tamara Acosta representa a la también liceana Daniela López, una chica que planea junto a sus amigas arruinarle la exitosa vida de santiaguinas top al cuarteto liderado por Ángela Contreras. Y aunque ambas teleseries salieron antes del estreno de Rugrats en Chile, los personajes de Claudia y Tamara sientan un precedente de la niñita mimada estilo Angélica Pickles.
Pero no es necesario ser una niña o adolescente ABC1 para ser considerada una Angélica Pickles. De seguro ustedes se habrán topado con alguna mujer odiosa, manipuladora, enojona, que intenta absorberle la paciencia a toda persona con quien interactúe. Puede ser la clienta que tiene a su peluquero favorito con el vaso a punto de colmarse, la jefa que exige y exige a sus empleados/as, la mujer que defiende a ultranza cualquier postura religiosa y/o política (pucha que cansa discutir de política con una mujer de ese tipo) o incluso la que llega a encabronarse con el poder, como lo fue en su tiempo la Dama de Hierro, Margaret Thatcher.
Si bien es cierto que se puede apagar la tele o cambiar de canal cuando aparece Angélica Pickles o cualquier símil en la TV, no es fácil librarse de una de ellas cuando se la topa en el día a día. ¿Consejos? Si es una familiar, no dejen que se entrometa en el terreno personal. Si es la jefa, hay dos opciones: o seguir aguantando estoicamente o renunciar al trabajo (a riesgo personal). Si es una clienta frecuente con la que trabajan (sean ustedes estilistas, vendedores o cualquier trabajo con cartera de clientes), no dejen que les cuestione como profesionales. Y si por alguna desgracia se topan con una desconocida que responda a estas características de Angélica Pickles, ignórenla. Y en general, para todos estos casos, no dejen que las malas vibras se apoderen de ustedes. Hay de todo para darle la vuelta y seguir adelante.
Sería por ahora con Angélica, estimados/as. Pronto llego con otro personaje de ficción para analizar su patrón de conducta. Nos vemos!
(PD: Agradezco a Mi Caballero Andante por sugerir los consejos ya mencionados).
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