Primero que todo, disculpen la poca actualización de esta casa matriz. Han sido semanas algo agotadoras para mi inspiración, pero como todo tiene su recompensa, recién ahora puedo disfrutar de un relax. Y es por una historia que empieza más o menos así...
Esto comenzó en Marzo de 2007, cuando inicié el curso con curiosidad por saber cómo opera este profesional de la belleza, Estilista Profesional (mención peluquería), que sólo he visto como clienta. Éramos unas 10 u 11 mujeres y un sólo varón (que después fueron rotando a lo largo de este tiempo). El curso comienza con teoría, sigue con demostraciones y luego nos toca la hora de practicar lo aprendido. En el intertanto, debíamos invertir en cada implemento que nos pedían en su momento, sea para corte, peinado, permanente, tinturas o lo que sea. Hasta el momento, no he podido calcular cuánto invertí en los implementos y el maletín rodante Saxoline que acarreo cada mañana y tarde con el instrumental de peluquera. Pero sé que ha sido una buena inversión que se irá recuperando a futuro (al menos eso me han asegurado).
Han sido meses de muchos cortes, tinturas, peinados (brushing, principalmente) y algunos servicios menos solicitados (como permanente, visos o masajes capilares). Algunas veces andaba de capa caída, lo reconozco, pero admití que esta carrera tiene el plus que no tenía la anterior (Diseño Industrial): la cercanía a la gente. He conocido gente de todas las edades, en su mayoría mujeres, a través de esta práctica que desempeñé durante más de un año (dentro de los casi dos años que estuve en la academia). Y otro punto a favor ha sido la buena relación con mis compañeras (y escasos compañeros), con el cuerpo docente y administrativo.
Ahora que estoy con mi primer título en las manos, sólo me quedaría agradecerle a la escuela que formó a esta Estilista Profesional que soy. Lo sé, me van a extrañar mucho en esta institución, pero eso no quiere decir que mis relaciones con la misma academia hayan terminado. Le debo mucho a Faúndez y a las profesoras, y gracias a ellos que hallé un negocio rentable para mis inquietas manos. Sólo queda dar el primer paso en lo laboral, el de encontrar el salón que me reciba. Para más adelante espero costearme cursos de especialización varios (como colorimetría o tratamientos capilares más avanzados, por ej), como forma de capacitación que agradecerá mi futura clientela.
Por mientras, sólo quiero compartir la dicha de recibir este título profesional con todos/as ustedes.
viernes, 30 de enero de 2009
miércoles, 7 de enero de 2009
Rockstar: ¿Qué hay de Cierto en Serlo?
Hace rato que tenía ganas de escribir sobre lo mucho que se ha sobreutilizado el término Rockstar, tanto así que ha llegado a malinterpretaciones varias.
Primero, intentemos ir a dónde va ese término. Una estrella de rock es aquella que, no conforme con cantar y/o tocar algún instrumento en una banda rock (o como solista), se cree el cuento. Desde que se originó el rock & roll, era necesario que se promocionara por figuras con el suficiente talento (o al menos que cante decentemente), carisma y (muchas veces) la apariencia más estéticamente agradable para asegurarle un éxito rotundo. No es necesario que el o la rockstar sepa componer canciones, para eso están los buenos productores (o algún músico en el grupo) que le asesoran en lo que va a cantar.
La estrella de rock ha evolucionado a lo largo de las décadas, yendo desde el rockero clásico de los 60's hasta el glam-rocker ochentero, cada cual con su estilo y qué tanto considera el cliché "sexo, drogas y rock & roll" (más bien, cómo balancea la proporción de esos tres elementos).
¿Pero qué ha pasado últimamente con el término Rockstar? O más bien, ¿desde cuándo que se empezó a prostituir? Muchos pensarían que de tantos excesos que se dieron los rockstars ochenteros, con sus buenos litros de Jack Daniel's (o de cualquier licor), sus aventuras sexuales y todo lo que hiciera pasar a la música en un segundo plano. También quedaría bajo la lupa Fred Durst (Limp Bizkit) y su supuesta postura de estar a la altura de sus fans, cuando se la pasaba carreteando en la Mansión Playboy. Pero lo cierto es que muchos/as cantantes o músicos de rock en todas sus variantes se apestaron de ser llamados Rockstars, por lo mucho que se vició el término.
Ahora le ponen Rockstar hasta a ciertas muñequitas, sólo porque aparecen algunas de ellas con sus chaquetitas de cuero negro, sus guitarritas de plástico (si es que necesitan de algún accesorio) y maquilladas en exceso. También están las estrellitas pop que se las dan de rockstars sólo por andar con ropa de cuero negra y con la guitarra colgando (de muestra un botón, Britney Spears versionando "I Love Rock n' Roll"). Y otra utilización poco afortunada de la palabra de marras es para denominar un estilo de gimnasia aeróbica, impulsado por el coreógrafo que trabaja con estrellas pop como Madonna y traído hasta los gimnasios ABC1 de nuestro Chilito. Onda "¿qué deporte practicas?" "Noo, yo practico Rockstar en el gimnasio" "¿¡Qué es eso!?" Como que diera la impresión que después del baile entretenido, la aeróbica, el step, el Tae-Bo, el Full Contact y todos los tipos de gimnasia entretenida, no hallaron qué nombre ponerle a ese estilo en que sus practicantes se juran Madonna en el escenario.
Pues bien... ¿Dónde fueron a parar los verdaderos Rockstars? Quizás habrán bajado su perfil, se habrán hundido entre tantos excesos o vaya uno a saber qué pasó. Lo cierto es que por culpa de unos oportunistas, Rockstar se convirtió en una palabra manoseada y hasta pasada de moda. Salvo que aparezca una nueva figura que le rinda culto a las verdaderas estrellas de rock como corresponde.
Primero, intentemos ir a dónde va ese término. Una estrella de rock es aquella que, no conforme con cantar y/o tocar algún instrumento en una banda rock (o como solista), se cree el cuento. Desde que se originó el rock & roll, era necesario que se promocionara por figuras con el suficiente talento (o al menos que cante decentemente), carisma y (muchas veces) la apariencia más estéticamente agradable para asegurarle un éxito rotundo. No es necesario que el o la rockstar sepa componer canciones, para eso están los buenos productores (o algún músico en el grupo) que le asesoran en lo que va a cantar.
La estrella de rock ha evolucionado a lo largo de las décadas, yendo desde el rockero clásico de los 60's hasta el glam-rocker ochentero, cada cual con su estilo y qué tanto considera el cliché "sexo, drogas y rock & roll" (más bien, cómo balancea la proporción de esos tres elementos).
¿Pero qué ha pasado últimamente con el término Rockstar? O más bien, ¿desde cuándo que se empezó a prostituir? Muchos pensarían que de tantos excesos que se dieron los rockstars ochenteros, con sus buenos litros de Jack Daniel's (o de cualquier licor), sus aventuras sexuales y todo lo que hiciera pasar a la música en un segundo plano. También quedaría bajo la lupa Fred Durst (Limp Bizkit) y su supuesta postura de estar a la altura de sus fans, cuando se la pasaba carreteando en la Mansión Playboy. Pero lo cierto es que muchos/as cantantes o músicos de rock en todas sus variantes se apestaron de ser llamados Rockstars, por lo mucho que se vició el término.
Ahora le ponen Rockstar hasta a ciertas muñequitas, sólo porque aparecen algunas de ellas con sus chaquetitas de cuero negro, sus guitarritas de plástico (si es que necesitan de algún accesorio) y maquilladas en exceso. También están las estrellitas pop que se las dan de rockstars sólo por andar con ropa de cuero negra y con la guitarra colgando (de muestra un botón, Britney Spears versionando "I Love Rock n' Roll"). Y otra utilización poco afortunada de la palabra de marras es para denominar un estilo de gimnasia aeróbica, impulsado por el coreógrafo que trabaja con estrellas pop como Madonna y traído hasta los gimnasios ABC1 de nuestro Chilito. Onda "¿qué deporte practicas?" "Noo, yo practico Rockstar en el gimnasio" "¿¡Qué es eso!?" Como que diera la impresión que después del baile entretenido, la aeróbica, el step, el Tae-Bo, el Full Contact y todos los tipos de gimnasia entretenida, no hallaron qué nombre ponerle a ese estilo en que sus practicantes se juran Madonna en el escenario.
Pues bien... ¿Dónde fueron a parar los verdaderos Rockstars? Quizás habrán bajado su perfil, se habrán hundido entre tantos excesos o vaya uno a saber qué pasó. Lo cierto es que por culpa de unos oportunistas, Rockstar se convirtió en una palabra manoseada y hasta pasada de moda. Salvo que aparezca una nueva figura que le rinda culto a las verdaderas estrellas de rock como corresponde.
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